Esta vez, me voy a dar el atrevimiento de contar algunas sensaciones que tuve cuando pase por este maravilloso lugar en diferentes momentos de mi vida. Se llama Las Cortadores, un restaurante y casa de té, muy agradable, distendido, con detalles netamente cuidados que te dan ganas de volver y volver.
Cuenta con cuatro sucursales: Palermo, Las Cañitas, Florida y Villa Gesell, y si bien tuve la oportunidad de conocer dos de ellas, me alcanzaron para confirmar que la elaboración de sus productos son imperdibles.
La primera vez que conocí Las Cortaderas fue pura casualidad. De viaje con un grupo de amigas por la costa atlántica se nos ocurrió salir a caminar el último día de nuestras vacaciones una tarde de 32 grados de temperatura. La playa, los boliches y las cartas (después de 15 días) se hacían repetitivas, y gracias al hambre y el aburrimiento terminamos ingresando a un bosque.
El lugar era increíble. Madera, sol, tierra, plantas y el olor a medialunas recién salidas del horno fue la combinación perfecta para quedarnos. Me acuerdo que las cinco merendamos lo mismo y en la carta figuraba por “Cortaderas”, como para hacerle honor al lugar, que se trataba de café con leche, dos tostadas y dos medialunas; manteca, dulce casero y frutas. Hay una sola palabra para describirlo: riquísimo.
Cuando nos quisimos dar cuenta, ya habían pasado tres horas. Las arboles seguían intactos, al igual que nosotras, una despedida difícil de olvidar.
La segunda oportunidad, totalmente diferente, fue cerca de mi casa. Caminando y haciendo mandados con mi papá una sábado por la mañana. Se esperaba un buen clima, o eso era lo que creía, pero de repente el cielo se volvió negro en sólo 5 minutos. La lluvia torrencial era tan impresionante que tuvimos que salir corriendo al primer al primer techo que teníamos cerca. ¿Dónde era? Otra de los locales de Las Cortaderas y en este caso en Florida.
La amabilidad de los mozos por nuestra llega abrupta llegada parecía de película. Nos recibieron con distintas variedades de té, cafés, chocolatadas, tostadas, sandwitches y tortas de todo tipo. Ya se venía la hora del almuerzo, se podía sentir el olor que salía de la cocina, pero nosotros teníamos que seguir camino, con o sin lluvia.
Dos opciones y un mismo lugar que vale la pena entrar, degustar sus productos, quedarse un rato a disfrutar y relajarse un poco de la ciudad.
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