lunes, 2 de mayo de 2011

Un plato para comer solo

"Delicias turcas", ese es el nombre de un film holandés que poco tiene que ver con el lahmacun o  el adjem pilaf, platos tradicionales de aquel atractivo país.  Sino que es un mensaje transgresor, considerado la cinta más auténtica de la revolución sexual de la década del 70.
La producción más taquillera de la historia del cine holandés, considerada una maravilla por algunos críticos y una expresión, burda, obscena y sexista por otros. Pero es una realidad, a más de 35 años de su estreno continúa generando el mismo impacto con escenas muy reales que muestran la naturaleza del ser humano hasta la exageración en algunos casos.
Dos momentos claves de la película se dan en torno a la mesa, casi como en la vida real, en un almuerzo y en una cena, secuencias de quiebres en el film, sobre todo cuando el protagonista vomita sobre su mujer, su suegra y otros personajes, manifestando el rechazo que sentía por la clase burguesa y el dolor del engaño de su mujer.
Si bien, poco relacionada está con la gastronomía que se caracteriza por el uso excesivo de especias como es la turca, este film visagra de 1973 se podría ver y analizar detenidamente después de comer un Döner Kebap, que es esa carne que vemos girar sobre un eje en distintos locales de comida rápida de la avenida Pueyrredón.
Una deliciosa comida turca para ver este film que dio que hablar y aún hoy genera  ese mismo sobresalto cuando se proyecta. La combinación de estas variantes solo se da de modo enunciativo en el título del film, pero en la búsqueda de películas alternativas al cine comercial actual, esta es una opción sumamente recomendable para conocer corrientes cineastas que transmiten un mensaje claro mediante escenas crudas.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario