martes, 26 de abril de 2011

Un film para cenar

No se puede negar que la cocina y las diferentes ramas del arte siempre se encuentran entrelazadas de una u otra manera, la textura de una mouse de chocolate se puede llegar a disfrutar tanto como un buen clásico del cine o una pintura de nuestro autor predilecto, y más aún si podemos combinar las dos opciones.
El mundo del cine y la cocina saben estar de la mano, ya sea en un título como Tomates verdes fritos o formando parte de la película como en Charly y la fábrica de chocolates, o bien, cuando uno disfruta de un buen film desde su sillón con algo para degustar que acompañe el momento.
En esta ocasión vinculamos un clásico argentino El hijo de la novia, dirigido por Juan José Campanella y protagonizado por Ricardo Darín junto a Norma Aleandro y Héctor Alterio, con el famoso postre que sirven en el restaurante de Rafael Belvedere (Darín) el tiramisú.
El tiramisú, co protagónico en el film, es un postre frío que no tiene una receta exacta, pero como bien lo explica Nino Belvedere (Alterio), el secreto está en el queso Mascarpone, que es lo que le da ese toque distintivo y esa consistencia.
Uno de los lugares donde ofrecen un tiramisú con todas las letras como el que sirven en el restaurante de los Belvedere es en Chela Mutti, una confitería de Haedo, donde no fallan con ningún ingrediente, y mucho menos con el queso Mascarpone que es de elaboración propia.
Este delicioso postre nació en los burdeles italianos a mediados de los años 50 y su nombre proviene de la expresión italiana te tira su, que vendría a ser tentempié en castellano. Su mirada en la actualidad cambió y hoy se ofrece como uno de los postres más caros en los restaurantes de la ciudad. 


martes, 19 de abril de 2011

¿Comer afuera o en casa?

Los restaurantes a puertas cerradas cada vez más presentes a la hora de elegir una opción para salir

La tendencia que arrasa en Europa y en los Estados Unidos ya puso un pie en la Argentina. ¿De qué se trata? Una nueva movida emerge en las ofertas gastronómicas, y son los restaurantes privados que se pueden acceder solamente con un contacto previo.
No cuentan con identificación en sus puertas, ni hacen publicidad. Admiten a pocos y su difusión es a través del boca a boca de sus clientes o de redes sociales como Twitter o Facebook.
La consigna fundamental es sentarse a comer y disfrutar, tanto la comida como la tranquilidad y la intimidad del espacio.
Pagano Club Social, una propuesta diferentes para salir de los típicos restaurantes, entre otras

Así fue como llegó inesperadamente para Federica y Jerónimo Bergada, hermanos y socios, en un proyecto que iba a tocar, justamente, las puertas de su casa.
Recién a principios de 2008, se dieron cuenta que su casa se había convertido en un club y que tenían que hacer algo con esa cualidad que los había unido.
Todo ocurre en una casa antigua, en un primer piso que se sube por una escalera de tipo caracol, del barrio de Recoleta. Los cuatro ambientes están decorados, dos de ellos fueron creados especialmente para cenar.
El menú es bastante amplio: entrada con fiambres, plato principal a elegir que pueden ser pastas, pescados o carne. Además incluye postre, que es una copa helada con frutas de estación y café o té.
¿El precio? A elección. Cada comensal es el encargado de poner el valor que crea necesario. Sin duda, la calidad de la cena y del ambiente es directamente proporcional a la perfección humana con que trabaja Federica y Jerónimo para llevar a cabo Pagano Club Social.

Para anotar.
Cuando: Miércoles, jueves y viernes por la noche
Capacidad máxima: 20 personas

lunes, 18 de abril de 2011

Que Bárbaro este bar

Por las calles del barrio de Retiro esta el bar Bárbaro. Caracterizado por su after office posse una historia y un ambiente cordial en donde la atención, la comida y el buen clima es lo que prima.
El bárbaro nace hace cuarenta años cuando los pintores Luis Felipe Noé, Jorge de la Vega, Romulo Maccio y el plástrico Ernesto Deira deciden inaugurar este bar que se convierte en un lugar de encuentro, un refugio cultural para intelectuales, artistas, pintores y escultores de la época.
Desde la entrada hasta el interior del bar se respira arte y una sensación de libertad absoluta en lo artístico, que es lo que justamente sus creadores quisieron expresar. Sus dos pisos y el subsuelo que además de ser el salón fumador es una galería de arte están decorados con sillas, mesas, barras de maderas y paredes pintadas de rojo y verde con cuadros de artistas que son obras privadas del bar.
Pero su punto más fuerte es el llamado after office. Allí ofrecen promociones del happy hour con dos por uno de bebidas, como fernet con coca cola, daiquiris de rutas y whisky y picadas abundantes.
Por las noches la cocina está a cargo de chefs de escuelas capacitados para elaborar comida gourmet. Cada uno de los platos que elaboran tiene nombres de movimientos artísticos diferentes. El que más recomiendan los habitué del lugar es el “realismo mágico “que está hecho por bife de chorizo con papas al romero y crocante de panceta.
El manager de Bárbaro, Alejandro Gómez, afirmó: “Yo creo que eligen el bar porque tratamos de dar un buen servicio y hay mozos que además de tener muchos años en el rubro hace tiempo que trabajan aquí y por ese motivo la gente va formando una identidad con ellos”.
En un sector exclusivo del bar, el subsuelo, los viernes y sábados tocan diferentes bandas. Lo que busca el Bárbaro es que estos grupos traigan seguidores para conocer un lugar nuevo y pasar un momento agradable.
CPS